Si bien es cierto, cómo dice Andrés Delgado, que el código INGENIOS no va a matar nadie de forma literal, ese no es el argumento. Las críticas que se han hecho al Código INGENIOS se basan en el hecho de que no hacen nada por promover las industrias locales del conocimiento y en el mejor de los casos hace justo lo opuesto de lo que pretende hacer. Entonces sí, INGENIOS puede herir gravemente a aquellas industrias que el gobierno busca fomentar a través del cambio de la matriz productiva y la revolución educativa, emblema del revolución ciudadana.

Empecemos con la cláusula que propone la obligatoriedad por parte del Estado de comprar código libre. La lógica de imponer la “obligatoriedad del Estado de comprar software libre” se desmorona desde su mismo planteamiento.  Es una contradicción en sí, la misma definición de un oxímoron. El software libre se basa en la libertad del individuo a escoger. Se define como el software que le ofrece al usuario la libertad de compartir, estudiar y modificarlo. Se llama libre porque el usuario está “libre” (de las restricciones del software propietario). Su filosofía se basa en principios de libertades individuales que forman parte de los origines geeks y académicos del internet en sí. Estos principios los  comparto plenamente, aunque no necesariamente concuerden con la visión ecuatoriana del individuo, el estado y la sociedad.

No creo que a Richard Stallman, ideólogo del software libre,  se le haya cruzado por su mente que su filosofía se implementaría algún día a través de una ley draconiana en una “Banana Republic” que, no solo que no hace nada por promover la libertad del individuo, sino que ata de manos al estado ecuatoriano de por vida (hasta que alguien cambie la ley) a una única forma de comprar y consumir “software” en un mundo que innova constantemente.

¿Qué pasa si algún ente estatal algún día no quiere comprar software y solo desea usar un servicio? ¿Y si algún empleado público por alguna razón requiere de una licencia de Photoshop en vez de Gimp (la alternativa Open Source)? ¿Y si una empresa público privada quiere usar Google Apps? ¿Y si quiere usar Android (Android, el popular sistema operativo de teléfonos móviles no es libre, de acuerdo a Stallman)? La tecnología cambia tan rápidamente que atarse de manos a una única forma de hacer las cosas es impregnar a la ley misma con la semilla de la caducidad.

Chicos, no peleemos guerras de los 90. El software libre ya ganó. Lo que importa ahora son los modelos de negocios. ¿Cómo se entrega y consume el software? ¿Como un ejecutable descargable o cómo código fuente? ¿O cómo un servicio en la nube o Freeware tal vez?

El Internet se construyó a base del software libre y software de código abierto (Open Source). Apache ha sido por muchos años el software por default de los servidores web y además es también un tipo de licencia de software abierto. Linux (que se distribuye libremente bajo la licencia libre GPL) y el Open Source no solo ganaron la batalla de los servidores sino que prácticamente todo el software que se usa actualmente en el mundo se basa en código abierto.  

El sistema operativo de Apple, Mac OS, por ejemplo, está construido sobre FreeBSD, de código abierto. Facebook, no solo que está construido con código abierto, sino que hacen “Open Source” hardware que cualquiera puede usar para hacer su propia granja de servidores. Google es el principal promotor de varias plataformas de código abierto y Android está hecho sobre Linux, Java y es en gran parte Open Source. Oracle es dueño de MySQL.  Todas las tecnologías dominantes en el internet de hoy son construidas con código abierto.

De hecho la lucha entre software libre o software propietario hace mucho que perdió importancia. Perdió relevancia  justamente porque ya ganó el software abierto. La estocada final se la clavo la misma Microsoft recientemente al liberar el código fuente de su plataforma de desarrollo: .Net en una reconocimiento a su derrota. Ahora resulta que hasta Microsoft es Open Source.

Y antes de que alguien vaya a dudar de mi idoneidad moral para hablar sobre el software abierto, el software libre lo he descargado, implementado y usado para desarrollar junto a decenas de programadores a lo largo de mi vida profesional. Primero como webmaster en 1995, posteriormente como emprendedor con mi propia empresa de exportación de desarrollo web y actualmente como CTO de ETF.com, siempre he privilegiado el uso de código abierto.  

Y mientras simpatizo con el argumento de Andrés de que el uso del software libre promueve la exportación de software, ya que me gustaría decir que mi carrera es un ejemplo, la verdad es que entre las empresas exportadoras de software más exitosas del país hay tanto de las que solo usan software libre como las que solo usan software propietario, como las que usan la que demanden los requisitos del proyecto. La herramienta no garantiza el éxito.

El artículo 111 es otro caso donde el código INGENIOS logra lo contrario de lo que se propone. Propone un impuesto a la renta (o ventas? la ley dice “réditos”) adicional del 10% para las empresas de las industrias creativas para ser repartido directamente a los empleados y subcontratistas que hayan participado en la creación de una obra de propiedad intelectual. Esto se convierte en un derecho de por vida e irrenunciable para el trabajador.

¿En serio? ¿Así es como queremos cambiar la matriz productiva del país? Si lo que se busca es premiar a los autores, entonces porque no incentivar a las empresas que ofrecen algún tipo de participación en ingresos, ganancias o capital a sus empleados? ¿Por qué incluir una exoneración de impuesto a la renta a las empresas de Software Libre (que son seis) y no hacerlo para toda empresa en el país que comparta los beneficios con sus empleados y redistribuye la riqueza?

Si un autor quiere ser el propietario de su obra, la legislación actual, al igual que la del resto del mundo occidental, ya ofrecen una forma clara de hacerlo. Si inviertes tu tiempo y lo haces con tus propios medios, entonces el derecho al usufructo es exclusivamente tuyo. Si cobras por tu trabajo, el derecho de usufructo es del que te pagó. En ambos casos, el derecho a decir, “yo soy el autor de esa obra”, no solo es tuyo sino que además es intransferible e irrenunciable. Son distintos los derechos de autor y el derecho de usufructo de la obra. Pero vender algo de uno que tenga valor para los demás no es fácil. Requiere asumir riesgos, trabajar sin remuneración y sin garantías. No es para todos. La mayoría de las personas opta por conseguir un trabajo remunerado.

Ya no estoy hablando de la industria del software exclusivamente. “Autores” son muchos, no solo los autores de libros o de código fuente. Cualquiera que brinda un servicio que requiere la creación de alguna obra es un autor. Desde el creativo de una agencia hasta el arquitecto de una casa.

Cuando contratas a un arquitecto para que haga tu casa y le pagas por hacerlo, con el párrafo 111, resultaría que el arquitecto y sus empleados son 10% dueños de la propiedad intelectual de tu casa. Cuando un ex inquilino mío le pidió a mi arquitecto los planos de nuestra casa para replicarla en otra parte, mi arquitecto obviamente se negó y le contestó que no son de él, que debía hablar conmigo. En este caso, si se aplicara el 111 tal como está escrito,  en el futuro algún arquitecto ducho en las artes de la viveza criolla podría pensar “¿por qué no?”, a fin de cuentas, es parte dueño de los planos, verdad?

En conclusión, creo que lo expuesto por los que pedimos que se modifiquen ciertos párrafos del código INGENIOS no responde a intereses personales de empresarios nefastos que buscan su lucro. Se basa en el hecho de que esta propuesta de ley hace justamente lo contrario de lo que se propone y desincentiva o mata, como se lo quiera ver, a las industrias y el trabajo del conocimiento.

Los empresarios y emprendedores del software no somos el enemigo. Cuando el gobierno habla de cambio de matriz productiva, nosotros somos ese cambio. Esto incluye a los geeks más comprometidos con la lucha por la libertad de software, tanto como a los integradores de sistemas que venden marcas corporativas.  Lo que no podemos permitir, sin importar el proceso “abierto” tipo wiki que se llevó a cabo para la elaboración de la ley, es que una minoría dogmática quiera imponer sus ideales.

4 thoughts

  1. Dejo este comentario como constancia de que he leído tu artículo y no le encuentro mayor sentido a la primera mitad. Veo que hay mucho sobre el 111 en la segunda parte pero mi opinión al respecto es la misma que la de la mayoría, es un despropósito.

    1. Capaz no le encuentras sentido porque no estas de acuerdo. Suele pasar. Yo no le encuentro sentido al Quijote, pero no por esto deja de ser una gran obra con grandes verdades entre sus lineas.

      Los peores errores de las sociedades se han hecho promulgando leyes con buenas intenciones. Por eso es relevante lo que dice Fernando. “Obligar” a cualquier persona (peor a todo un gobierno) a usar “solo” software “libre” es raro inclusive en la contradicción de las palabras en la misma frase. Me cuesta bastante pensar en algo que al ser obligatorio su uso, tenga un resultado positivo para una sociedad. Peor algo con relación a la tecnología que todos sabemos puede que no sea nada relevante y caduco de aquí a 5 o 10 años.

      De paso me encantó lo de “el software libre ya ganó”! Excelente.

  2. Interesante el artículo. Sin embargo concuerdo un poco con Andrés, en que más allá de una posible contradicción epistémica respecto al regimen de libertad que promueve el movimiento de software libre, los argumentos de la primera parte son bastante escuetos. Creoque están haciendo agua los argumentos de fondo sobre la migración a software libre, más allá de la afectación a los modelos de negocio actuales de las empresa de software (tema que tampoco intento despreciar). Además lo que describe como la victoria del software libre no lo es realmente (y creo que usted lo sabe) porque esto que hace microsoft o apple solo es liberar una parte del código que les permite una innovación más rápida (argumento que usted reconocea favor del software libre) manteniendo el mismo modelo de negocio y las mismas relaciones de producción como de consumo, puntos que son justamente el foco neural del debate sobre la libertad de la información hoy día tanto en el movimiento de software libre como respecto al código ingenios.

    Pero justo esto sirve para apuntalar el punto que marca las brechas entre las dos orillas de la discusión. No es el modelo de negocios (como usted afirma en la primera parte) es el papel de la información y el software en una transformación social hacia el futuro. Y no me refiero solo al cambio de matriz productiva, sino al cambio de las relaciones sociales, de la propención al bien común, al beneficio colectivo, a la información compartida, etc. Esto para muchos son bobadas y solo hay que preocuparse por el modelo de negocios más exitoso, para otros (los de la orilla del software libre) es realmente el punto importante, porque si esto no se cambia no habrá tal redistribución por más estímulos que se den a las empresas que den reditos sobre ganancias a sus empleados; sin liberación real de información y cambios en las lógicas bajo las que la compartimos, los ajustes open source a los modelos de negocios solo seguirán siendo flexibilizaciones para aumentar ganancias con un escaso margen de bien común.

    Por ejempo, las empresas titulares de derechos tienen derechos de usufructo de por vida o por décadas, ¿Por qué las otras partes de la autoría no podrían tenerlas también y deberían contentarse con bonos a fin de año? No sé si de por vida sea lo mejor, pero sí creo en propiciar verdadera equidad de beneficios al respecto, sobre todo cuando la materia prima es el conocimiento de alguien.

    No sé si las posiciones son irreconciliables, pero el punto no solo es el modelo de negocios, no solo es ser más competitivos en una sociedad y un sector productivo cuyo crecimiento se sustenta ampliamente en la explotación (no en todas las empresas, pero como sector hay poco quede fender, principalmente gracias a quienes dominan los mercados más grandes y determinanan las reglas y formas de la competencia). La información y el software hoy día son fundamentales, así que la forma en que les manejamos también determina la sociedad que construimos. Y tal vez este gobierno no sea un gran ejemplo en muchas cosas, pero ¿y como sociedad? viendo al futuro, más allá de este gobierno… ¿Es posible pensar en una industria de software que se trasnforme e innove modelos de negocios y de participación social? Los colectivos promotores de estos argumentos hablan de dar pasos hacia modelos de producción de conocimiento colectivos y comunitarios…

    De nuevo el problema es qué tan de acuerdo estamos con una idea (como usted dice estar de acuerdo) como para cambiarnos a nosotros mismos y nuestras prácticas, a la vez que qué tanto nos cuestan los cambios (siempre cuestan) y cuál es la mejor manera de realizarlos (sin perder en el horizonte los objetivos últimos de esos cambios).

Leave a Reply to Jose D. Villarreal (@rayovaco)Cancel reply